Juan Manuel Gámez
Andrade
Cronista
de Tehuacán
El próximo 28 de mayo se
cumplirá el primer centenario del natalicio del ilustre pintor Jesús Helguera. Pues,
en realidad, su nombre sigue siendo desconocido para muchas personas de hoy en
día, como lo fue también en su época, (40's, 50's, 60's). Curiosamente, pocos
conocen el nombre del autor, pero conocen la obra porque, como dice
"artillero del 87" en un foro sobre Helguera: "¿Quién, en las
décadas de los 40's, 50's, 60's, 70s y hasta de los 80's del Siglo XX en
México, no tuvo un (Jesús) Helguera
en su casa?".
Y
es que, en verdad, en todas las casas había Helgueras
colgando de las paredes, porque los regalaban. Sí... estoy hablando de los
calendarios con las alegorías pintadas por Jesús Helguera. Pero... ¿quién fue
este personaje?
Jesús
Enrique Helguera nació en Chihuahua el 28 de mayo de 1910. Hijo de español y
mexicana fue un genio del oficio pictórico; de su vida se conoce poco, pues
siendo aún muy pequeño su familia se trasladó a la capital del país, dos años
después a Córdoba, Veracruz, para emigrar a España cuando él apenas contaba con
cinco años de edad.
Su
infancia y juventud, al decir de don Álvaro Mondragón, quien por muchos años
fue su fiel compañero, las pasó en la población española de Ciudad Real
primero, donde cursó sus estudios elementales, y en Madrid donde a los 12 años
ingresó a la Escuela de Artes y Oficios, para de allí pasar a la famosa
Academia de San Fernando y completar su formación.
Trabajó
afanosamente en Madrid y Barcelona como ilustrador, hasta que consiguió una
plaza de maestro de artes plásticas en Bilbao. Regresó a México ya casado con
una dama madrileña, dos años después del estallido de la guerra civil española,
arribando por barco a Veracruz hacia finales del año 1938.
Casi
desde entonces y hasta su muerte, ocurrida el 5 de diciembre de 1971, trabajó
como artista exclusivo de Cigarrera La Moderna, S.A. de C.V., empresa
regiomontana que realizaba en la imprenta de don Santiago Galas los famosos
calendarios anuales que tanta fama cobraron durante el México de los cuarenta y
los cincuenta. En efecto, no había ferretería, fonda, consultorio médico,
taller, cantina, hogar o despacho que no tuviese alguna pared ornamentada con
un calendario de Jesús Helguera. En la región de Tehuacán es muy famosa la
colección de la familia Sabinas, dedicada al comercio en la cercana población
de Esperanza.
Admirador
fiel de los muralistas mexicanos Rivera, Orozco y Siqueiros, así como del
Doctor Atl y de Rufino Tamayo, Helguera fue poseedor de una gran cultura visual
que plasmó en cada uno de sus lienzos: “el detallismo”. Modesto siempre en su
manera de ser, pues jamás se sintió artista ni pretendió exhibir sus
originales, recibía cada año un guión literario por parte de La Moderna en el que se le
especificaba el tema, el lugar, los personajes a representar y los elementos
componentes del cuadro; una vez que se discutía y se aprobaba él lo interpretaba
y le imponía su propio sello.
Helguera
viajaba a los lugares indicados por el guión con su equipo de trabajo,
compuesto por dos camarógrafos, un guionista y un auxiliar, se realizaban las
tomas fotográficas necesarias de la escena, particularmente de la arquitectura,
la flora y la fauna propias del sitio escogido, y una vez en su taller trazaba
a lápiz los bocetos que darían lugar al original. Así surgieron sus personajes
mestizos e idealizados que recordaban a las damas y galanes del cine y de la canción
ranchera de la época como Gloria Marín, María Elena Marquéz, Tito Guízar, Pedro
Infante y Pedro Armendáriz, quienes en El
rebozo, El mes de María, La oración de la Tarde , Orquídeas para tí, La
Despedida , entre otros, dieron vida a lugares como las huastecas
potosina y tamaulipeca, los campos chicleros de Quintana Roo, las montañas de
Guerrero o Michoacán y los remansos fluviales de Veracruz, Tabasco y Chiapas.
La
textura, colorido, realismo y disposición de los personajes de la obra de
Helguera, ejercían un gran atractivo en el gusto popular. De ahí que, como dice
Carlos Monsivais en El encanto de las Utopías dentro del Catálogo de la Exposición Identidades
mexicanas, fue “un pintor de cabecera de las multitudes, que vivió siempre un
doble reconocimiento, la admiración de la mayoría y la referencia irónica de la
minoría”.
Y
es que la producción artística de Helguera, con sus paisajes paradisíacos, su
gran capacidad fabuladora, su arte popular que nos remonta a principios de
siglo, y sus escenarios tan dulcemente artificiales, fue descalificada por los
amantes del arte puro con el despectivo calificativo de kitsch; lo redujeron a un simple pintor de almanaques, denominación
que aceptó sin dificultades, sin afectación ninguna, consciente siempre y, sin
falsa modestia, de que el grueso de la población y de sus múltiples admiradores,
no sólo adquirían las reproducciones de sus obras, sino que las exigían y las
disfrutaban con gusto verdadero. En una época de muy escasos afectos culturales
en materia de artes plásticas, de pocos museos y de ausencia de bibliotecas,
Jesús Helguera supo encarnar en su obra artística las sensaciones placenteras de lo bonito.
Revalorada
en 1980 con una gran exposición en el Museo de Bellas Artes, inaugurada por el
presidente Miguel De la Madrid, la presente obra pictórica de Jesús Helguera
pertenece al patrimonio del grupo Pulsar
Internacional cuyas oficinas se engalanan muy a menudo con todo o parte de
sus 26 óleos originales. Con frecuencia la muestra viaja al extranjero. Gracias
a esa aceptación internacional, España, Francia, Holanda, Estados Unidos,
Canadá, Rusia y otros países y ciudades del mundo, han sabido del estilo único
de Jesús Helguera y de las tradiciones mexicanas.
Bueno,
Pues no se diga más y recordemos aquellos tiempos con estas maravillosas
imágenes de Don Jesús Helguera.
Mayo 2010
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